martes, 30 de junio de 2009
Sentí que se alejó de mi,
nada pudo impedir su adiós.
Hoy, no, hoy, no.
Reacción tristeza sin control;
el silencio me inundó sin ver.
Hoy, no, hoy, no.
Todo tiene su final.
Alguien podrá escuchar
mi corazón llorar.
Toda esta realidad
cambió mi vida y no vuelve atrás.
Nada es igual, hoy todo tiene un final.
Ya no veré tus ojos,
Quedaron mil cosas para decirte.
Quizás algún día podré entenderlo todo.
Hoy sólo me queda tu recuerdo marcado
en mi alma partida.
Cambió mi vida.
sábado, 27 de junio de 2009

.- "No podemos permitir que la hegemonia del imperio occidental continue indefinidamente. Las
viernes, 19 de junio de 2009
Siento el reloj temblar otra vez, En la quietud que no tiene calma.
Como un cristal hoy brillo de nuevo, Pero a la vez me quiebro muy fácil. Caigo y me elevo millones de veces; Sólo el amor de algunos florece al verme. Gritando sin sentir miedo a nada, Siempre seré termómetro de este infierno.
Fuego que invadió mi corazón, La tentación, Mi paz,. Sangre que inunda mis venas llenando de vida todo lo que anhelo. Firme sobre el suelo camino mi tiempo, dejando marcadas Las huellas de mi destino. Alzo el alma, siento tocarte. Brilla un nuevo camino fiel. Alucino con repetirte, y decir que por qué elegí. Se que el dolor mil veces florece al ver; Acrecentando lo más natural de mi. La inmensidad envuelve este infierno gris,. Y veo un cielo puro otra vez.
jueves, 18 de junio de 2009
sábado, 13 de junio de 2009
martes, 9 de junio de 2009
Me levanto temprano, moribunda.
Perezosa resucito, bienvenida al mundo.
Con noticias asesinas me tomo el desayuno.
Camino del trabajo, en el metro,
aburrida vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos.
Y en el asiento de enfrente,
un rostro de repente,
claro ilumina el vagón.
Esos gestos traen recuerdos de otros paisajes, otros tiempos, en los que una suerte mejor me conoció.
No me atrevo a decir nada, no estoy segura,
aunque esos ojos, sin duda, son los suyos, más cargados de nostalgia, quizás más oscuros.
Pero creo que eres tú y estás casi igual, tan hermoso como entonces, quizás más.
Sigues pareciendo el chico más triste de la ciudad.
Cuánto tiempo ha pasado desde los primeros errores,
del interrogante en tu mirada.
La ciudad gritaba y maldecía nuestros nombres,
jóvenes promesas, no, no teníamos nada.
Dejando en los portales los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincón sin luz.
"Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro",
y detrás de cada huida estabas tú, estabas tú.
En las noches vacías en que regreso
sola y malherida, todavía me arrepiento de haberte arrojado tan lejos de mi cuerpo.
A ahora que te encuentro, veo que aún arde la llama que encendiste. Nunca, nunca es tarde para nacer de nuevo, para amarte.
Debo decirte algo antes de que te bajes
de este sucio vagón y quede muerto,
mirarte a los ojos, y tal vez recordarte,
que antes de rendirnos fuimos eternos.
Me levanto decidido y me acerco a ti,
y algo en mi pecho se tensa, se rompe.
"¿Cómo estás? Cuánto tiempo, ¿te acuerdas de mí?"
Y una sonrisa tímida responde:
"Perdone, pero creo que se ha equivocado".
"Disculpe, señor, me recuerda tanto
a un hombre que conocí hace ya algunos años".
Más vieja y más cansada vuelvo a mi asiento,
aburrida vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos.
Perezosa resucito, bienvenida al mundo.
Con noticias asesinas me tomo el desayuno.
Camino del trabajo, en el metro,
aburrida vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos.
Y en el asiento de enfrente,
un rostro de repente,
claro ilumina el vagón.
Esos gestos traen recuerdos de otros paisajes, otros tiempos, en los que una suerte mejor me conoció.
No me atrevo a decir nada, no estoy segura,
aunque esos ojos, sin duda, son los suyos, más cargados de nostalgia, quizás más oscuros.
Pero creo que eres tú y estás casi igual, tan hermoso como entonces, quizás más.
Sigues pareciendo el chico más triste de la ciudad.
Cuánto tiempo ha pasado desde los primeros errores,
del interrogante en tu mirada.
La ciudad gritaba y maldecía nuestros nombres,
jóvenes promesas, no, no teníamos nada.
Dejando en los portales los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincón sin luz.
"Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro",
y detrás de cada huida estabas tú, estabas tú.
En las noches vacías en que regreso
sola y malherida, todavía me arrepiento de haberte arrojado tan lejos de mi cuerpo.
A ahora que te encuentro, veo que aún arde la llama que encendiste. Nunca, nunca es tarde para nacer de nuevo, para amarte.
Debo decirte algo antes de que te bajes
de este sucio vagón y quede muerto,
mirarte a los ojos, y tal vez recordarte,
que antes de rendirnos fuimos eternos.
Me levanto decidido y me acerco a ti,
y algo en mi pecho se tensa, se rompe.
"¿Cómo estás? Cuánto tiempo, ¿te acuerdas de mí?"
Y una sonrisa tímida responde:
"Perdone, pero creo que se ha equivocado".
"Disculpe, señor, me recuerda tanto
a un hombre que conocí hace ya algunos años".
Más vieja y más cansada vuelvo a mi asiento,
aburrida vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos.
martes, 2 de junio de 2009

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